viernes, 23 de agosto de 2013

Verguenza de feria

Nos comen los merdellones. ¡Nos comen! Y lo peor es que no sabemos de dónde salen. No comprendo cómo llegan a ser tantos si durante el año Málaga se ve más tranquila y elegantona que nunca. ¿Dónde estabas Jessica Daniela? ¿Dónde te metías Aarón José? ¿Dónde? ¡En Málaga no hay tantos Bershkas como para caber todos!

Quién sabe. A lo mejor vienen en barco. Como lo hacían los emigrantes italianos que llegaban a Nueva York en busca de progreso y se topaban con la imagen imponente de la estatua de la libertad. Quién sabe… igual por el dique de levante han colocado una efigie de un joven con su camisetita de tiranta roza shicle y su botellita de polo flash alcohólico derretido en ristre. Nunca lo sabremos. No conoceremos el origen. Aunque hay pistas que nos pueden acercar al motivo principal que ha generado el problema.
Que la feria es una soberana porquería es una realidad. No es cuestión de opiniones. Son hechos, circunstancias y prevalencias las que indican que un centro meado no es bueno. Que un nivel bajo en el comportamiento y los modales de la gente no es positivo. Y que, una desidia absoluta por parte de los que organizan el asunto es sintomática de que la feria está intratable.
Ejemplos para justificar la decadencia del evento hay miles. Y son conocidos por todos. Pero, haciendo una reflexión más profunda, se llega rápidamente a la conclusión de que, echar la culpa a los ciudadanos no es el objetivo.
Suelta a un hombre en una calle. Deja que se emborrache hasta morir. Y después pídele que no tire el vasito, que haga pipí en un baño y que controle sus modales. Pues en esas incoherencias nos movemos en Málaga.
Y así, nos encontramos con una feria donde huele a vómito en la calle mientras desde el Ayuntamiento se habla de utopías como las casetas sin alcohol o los mercadillos artesanales –hasta que un día alguien eche la raba sobre un abanico pintado a mano y se acabe el tenderete-.
Y así, nos encontramos con una feria donde el listón se ha bajado hasta pedir que te pongas la camiseta mientras el alcalde acude al pregón sin corbata y el concejal en vaqueros. Por cierto, podrían dejar de hablar de descamisados y usar descamisetados. Si por lo menos la gente fuera en camisa la imagen sería más distinguida. Pero no. Eso sería si le tuviesen algún respeto a su propia celebración.
Y de este modo, nos encontramos un años más con la misma porquería reventando la ciudad. Nada nuevo. Pero sí algo novedoso. Y es que conforme pasan los años, el personal se vuelve aún más complaciente con sus desperdicios. Esta ciudad ha llegado al punto de no darle asco sus ventosidades pero tampoco las del vecino. Y se ha sentado a observar cómo se auto inmola.
Ante esta feria del centro convertida en after de Mujeres, hombres y viceversa versión Las tres mil, existe un pensamiento que se va catalizando en el criterio de muchos ciudadanos y es el del inmovilismo justificado en ignorar los problemas.
El clásico: si no te gusta, vete. Eso es. Si no te gusta tu feria: vete. Si no te lo pasas bien en tu feria: vete. Si te gusta otro estilo de fiesta: vete. Si te parece desagradable o incomoda: vete. Y si protestas: deja de molestar. Que eres un aguafiestas. Y vete.
Claro que sí. Sin duda esa es la mejor opción. Irse de Málaga en feria. Física o mentalmente. Según tus posibles. Porque molesta ver las cosas mal hechas. Molesta ver cómo se hace una feria hecha por otros para nosotros en vez de construida por los propios ciudadanos.
No es divertida la fiesta de espectáculos subcontratados. No tiene solera la reunión con ticket y flyer. No es de aquí el estilo chabacano imperante. Y no es de aquí y nunca lo ha sido la desigualdad y la exclusión. Y en eso, somos capital mundial.
Desde hace unos años, como suele ser habitual, se ha usado como recurso fácil para elogiar nuestra feria el que sea “pública” y de todos. No hay año que no se repita. Este mismo año, el pregonero mientras realizaba su preg…su cosa, aplaudía el carácter público de nuestra fiesta. Pero, ¿Por qué engañarse con algo que es mentira?
A día de hoy la feria de Málaga es un evento privado, excluyente y segregacionista. Es una celebración en la que toma el mando del centro histórico la chusma y en la que la gente normal se ve excluida con la excepción de que decida mutarse con el entorno.
El centro de la ciudad en feria es coto privado del cani y la inseguridad. No es sitio de familias. No es sitio de gente joven alternado con gente madura ni lo es de tradición y cultura local. ¿Dónde está lo público?
¿Lo público son las casetas privadas con relaciones públicas y tickets? ¿Lo público son las discotecas del centro que explotan de manera extraña casetas del real a la vez? ¿O es lo público los conciertos en los que hay que pagar?
¿De qué apertura ferial habla Antonio de la Torre en su pregón? ¿De la de la puerta del bar cuando has pagado la consumición?
Qué gran engaño. Qué gran invento para los cuatro que ganan. Y qué manipulación más cutre de toda una generación que se piensa que una calle con altavoces es una feria. Y Málaga no ha sido así nunca. Y ahora lo es. Y se está hundiendo gracias a manipuladas encuestas y estúpidas justificaciones económicas de impacto.
Pero no pasa nada. Mejor seguir mirando hacia otro lado. Mejor reírnos y pensar que somos una ciudad cosmopolita. Mejor quedarnos en la anécdota de la música mientras los noticiarios de España entera nos convierten en unos San Fermines de cuarta y sin cuernos. Mucho mejor así. Aplaudamos a la chusma que viene a mearse en nuestras calles. Sigamos destruyendo costumbres en la ciudad en la que la tradición es perderla. Y beban. Porque ahí está la clave. En beber para no ver bien la charca en la que dais vueltas durante una semana y no daros cuenta que no es vuestra feria. Que no te mereces eso. Que esa feria es indigna de ser vivida.
¡Alegría! A disfrutar de la feria del sur de Europa. La feria del centro. La feria de solera. La original y tradicional. En la que hacer cosas con arte: Mearte, pelearte y descamisarte.
Viva la feria de Málaga, en la que en vez de sentirnos orgullosos de rememorar la reconquista de nuestra ciudad, estamos orgullosos por el puterio/promiscuidad, el bebercio y la drogadiccion.

No hay comentarios:

Publicar un comentario